Las obras de la carne: antagonismo del Espíritu

Aprende cómo podemos dejarnos guiar por el Espíritu Santo de Dios, para no sucumbir ante las obras de la carne que nos apartan de su lado. Te invitamos a leer este post y conocer más sobre lo que debes hacer para agradar a Dios y no ofenderle, descubre cómo la biblia y la meditación nos enseñan a lidiar con los deseos de la carne.

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Las obras de la carne Gálatas 5 19-21

» y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.»

Seguramente los creyentes de Dios y de su hijo Jesucristo, en algún momento hemos escuchado o leído sobre el libre albedrío, este concepto tiene su esencia en la libertad del ser humano para tomar decisiones en total libertad. Dios, nos creó con la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, nosotros sabemos si con nuestros actos ofendemos y agradamos a Dios.

Esto es un gran privilegio, y a pesar de equivocarnos, si nos arrepentimos de corazón ante Dios todopoderoso, él nos da la oportunidad de redimir nuestros actos con benevolencia. Dios nos brinda una libertad desde lo simple, desde lo más pequeño, nos ha dado el don de la consciencia para actuar y pensar según nuestra soberana libertad. Cuando abusamos de maravillosa libertad que el creador nos obsequia, podemos cruzar la brecha hacia el libertinaje.

Sumergidos en el libertinaje, podríamos sucumbir ante actitudes y conductas irrespetuosas a nuestro prójimo y por lo tanto con el mismo Dios. El libertinaje consiste en transgredir principios éticos y morales. A pesar de que la libertad muchas veces se puede desviar hacia el libertinaje, el Espíritu Santo siempre está ahí para acompañarnos con su llama dorada de luz y sabiduría, ayudándonos a evitar caer en los deseos y en las obras de la carne.

El Espíritu Santo es quien nos guía en todo momento, debemos someternos ante su forma perfecta de actuar, debemos serle obedientes si deseamos de corazón seguir el camino que agrade a Dios. Tengamos fe, si creemos en Dios y en su bondad, permanezcamos firmes ante el libertinaje y la codicia. Todo creyente lleva adherido consigo, el Espíritu Santo, este es un regalo de Dios.

En la sagrada biblia, en romanos (capítulo 8, versículo 9) y en Corintios (en el capítulo 6, versículo 19 y 20) existe un principio fundamental que todo cristiano debe saber; internamente como humanos, estamos compuestos por dualidades del espíritu y la carne, siendo el espíritu aquel llamado a lo divino y su antítesis, el deseo pecaminoso que nos impone la carne.

No existe similitud entre aquello que Dios nos sugiere para seguir su camino y los deseos y obras de la carne. Lo único que tienen en común estas dos acciones y 7o pensamientos es que ambas se encuentran presentes e forma innata en el ser humano y que cohabitan a lo largo de la vida de cualquier hombre o mujer hasta en final de nuestras vidas en este mundo terrenal. Sin embargo, Dios no se da la tarea de mejorar nuestros instintos naturales de la búsqueda de la carne, ya que, se asumen por muertos desde que Jesús murió en la cruz para liberar al hombre del pecado original.

Dentro de cada cristiano, existen dos naturalezas opuestas, la antigua y llena de pecado, y la nueva y renovada que propone la espiritualidad.

En las sagradas escrituras, en el libro de romanos, capitulo 7 versículo 15 al 24, se esclarece como cuando el hombre decide hacer aquello que aborrece y no encuentra explicación que justifique sus acciones, consiste en una intervención por el pecado que a él habita. Se sabe que en la carne no habita el bien, porque el hombre puede querer el bien, pero solo con el deseo de la carne no puede hacerlo.

El hombre sucumbe ante la lujuria y el pecado, es débil y propenso a buscar el libertinaje, muchas veces no hace el bien que piensa, si no el mal que no anhela. Es como estar condenado a un cuerpo con obras y pensamientos de la carne.

¿Cómo encontrar ventaja ante las obras de carne?

Bien sabemos que manifiestas son las obras de la carne, por eso, es recomendable buscar siempre de la compañía del Espíritu Santo, recordemos que es él quien nos ayudará a discernir entre el bien y el mal y guiará cada paso en nuestro camino hacia la luz que agrada al Señor Jesucristo.

Otra forma, mediante la cual podemos buscar ventajas para lidiar con las obras de la carne es intentado una reflexión diaria y objetiva que no se encuentre basada en el pecado de nuestros corazones impuros, por el contrario; dispongámonos al encuentro con Dios para meditar y pensar en cada uno de los actos que hemos cometido. Escuchemos la palabra de Dios que se proyectará en nuestros corazones si lo abrimos de forma sincera ante la sabiduría y perfección de Dios todopoderoso.

Ahora bien, cuando un fiel creyente, permite la entrada a su corazón de Dios Padre creador del universo, el santo Padre lo habita, y se hace una parte adherida al cristiano. A partir de ese momento, las obras de la carne pierden poder ante el hombre, se debilitan y se hacen más manipulables. Las obras de Cristo dan frutos que afloran dentro del hombre en fortaleza y voluntad.

Las obras de la carne se ven fumigadas y expulsadas del corazón del cristiano que vive en plenitud al servicio de Dios, el corazón del hombre y la mujer creyente se inunda de dicha, vida, alegría y discernimiento otorgado por Dios. La ley de la discordia entre la carne y el espíritu, no encuentra cabida donde la obra de Cristo abunda y da luz.

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Hacernos discípulos del Espíritu Santo puede garantizar una plena y absoluta libertad ante la ley de dualidad entre las obras de la carne y las obras del espíritu. Una vez dejemos a Dios entrar a nuestros hogares, estaremos movilizados a agradar a Dios en pensamiento y obra, al igual que el deseo de buscar y habitar la palabra de Dios, será más grande que cualquier deseo mundano.

La carne está en contra de nuestro espíritu, esto es ley. Sin embargo, el primer paso para poder afrontar esta ambivalencia, consiste en estar muy atento a cómo estos deseos de la carne nos hacen obrar. Para una mejor explicación, debemos aprender a identificar cuáles son las acciones que nos hacen sentir en paz con nosotros mismos y con el mundo.

Prestemos atención a cada acción que hacemos y a cada palabra que emitimos, hagamos este ejercicio  con mucha abnegación y constancia por una par de semana hasta dominar la técnica. ¡Esto que le estoy diciendo a mis padres, hermanos, hijos, está bien ante los ojos de Dios?, ¡cuando actúo de esta manera de soy agradable a Dios?, ¿si decido encaminarme por esta vía de vanidad ofendo al Padre celestial?.

Otro principio fundamental que nos puede ayudar en el proceso de alejar los deseos de la carne de nosotros, es teniendo permanentemente presente el mandato de Dios:

“Amar al prójimo como a nosotros mismos”

Convivir con nuestros semejantes de forma armoniosa y empática, le será siempre agradable Dios, ayudemos a quien lo necesita y no seamos ciegos ante la vulnerabilidad evidente.

Cada acción, la podemos intentar dirigir a Dios, encomendemos cada pequeño detalle a honrarlo, amarlo y respetarlo. En la santa biblia, específicamente las obras de la carne Gálatas 5 19-21 se hace énfasis de las diferencias entre las obras de la carne y las obras y pensamientos del espíritu. En este versículo, Pablo es quien nos habla sobre la capacidad del hombre para omitir o llevar a cabo las obras mundanas.

Pero ¿Cuál es objetivo principal de Pablo al decirnos esto? Se puede decir, que ayudarnos a distinguir entre aquellos actos asquerosos y repudiados que brotan desde los deseos de la carne, y persuadirnos de conocer más sobre el fruto bendito que se encuentra bajo la luz del Espíritu Santo de aquellos creyentes que se arrepiente de corazón.

Ahora, debemos preguntarnos; ¿Cuáles son las obras de la carne? Las más llamativas e importantes, son la inmunda, el adulterio, las herejías, pleitos, enemistades, celos, envidia, idolatría a falsos dioses, fornicación, lascivia, homicidio, borracheras, conductas sexuales mundanas como orgías; estas cosas no permitirán que un cristiano pueda entrar gloriosamente al reino de los cielos, pues está muy claro que Dios no aprueba esas conductas hostiles.

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Los diferentes Pecados

En la santa biblia, Pablo se encarga de enfatizar en los actos prohibidos e inaceptables por Dios. Como ya vimos, existe un listado e estos actos llenos de pecado, sin embargo, Pablo hace una clasificación de estos actos mundanos en tres tipos: los pecados religiosos, los pecados sexuales, y los pecados procedentes del yo.

En este artículo, realizaremos una definición exhaustica de cada uno de estos deseos de la carne, pues si tenemos mayor conocimiento de cada uno de ellos, podemos estar más prevenidos para evitarlos.

En la primera categoría de:

  • Deseos de la carne (sexuales)

Se encuentran las siguientes malas acciones

  1. fornicación
  2. Infidelidad
  3. Inmundicia y falta de moderación o
  4. Lascivia.
  5. La fornicación es considerada como aquellos actos sexuales no lícitos (fuera del matrimonio), se puede también relacionar con la infidelidad, la prostitución, el sexo incestuoso, y tiene gran relevancia el sexo entre homosexuales. La obra de la carne que se relaciona con la lascivia, se asocia a aquellos actos de insolencia y rebeldía, son caprichos que atenten con las buenas costumbres de los cristianos, el incumplimiento ético y moral de ante el prójimo y sobre todo la falta de moderación en los actos mundanos. La inmundicia tiene vínculo con aquellos deseos de la carne que implican la impureza sexual y la atracción por la pornografía.
  6. La infidelidad es un acto despreciado desde el punto de vista de un cristiano e implica la deslealtad dentro del matrimonio, manteniendo relaciones sexuales con personas que no son el esposo o la esposa.

Ahora bien, en segundo lugar, mencionaremos y explicaremos aquellos pecados de la carne que son considerados religiosos por el Profeta Pablo:

  • La brujería, la idolatría a falsos Dioses

Siendo de gran gravedad la brujería, que no es mutuamente excluyente a la idolatría.

  1. La brujería, consiste en hacer actos de ocultismo
  2. Consumo de drogas alucinógenas
  3. Artes mágicas en general
  4. La generación de comunicación ilícita con falsas deidades que puedes ser el mismo diablo; este acto es de suma gravedad porque el Señor Todopoderoso es celoso y solo admite lealtad a él.
  5. Por otra parte, se encuentra la idolatría: este acto mundano consiste en sustituir al Dios único y verdadero, creador del cielo y de la tierra, para rendir tributo a un falso dios pagano.

Ahora bien, la última y más compleja clasificación de las obras de la carne, hecha por Pablo, son aquellos

Pecados procedentes del yo

  1. Implica no ser empático con el prójimo, y no buscar de Dios al momento de tomar decisiones
  2. No discernir antes de actuar
  3. Rechazo ante las cosas de Dios que puede ser ignorar Su Palabra o evitarla, al igual que desvincularse del entorno, esta última categoría también se relaciona con:
  4. Las borracheras
  5. Orgías
  6. Abuso de poder
  7. Celos
  8. Envidia
  9. Corrupción

Si estos hechos no son repudiados y evitados por los cristianos, queda en garantía que no tienen a Dios en sus corazones y por lo tanto, no serán recibidos en el reino de los cielos que el Padre creó para esperar a los hijos que se arrepienten de corazón al pecar y le han ofendido. También puedes leer: Regla de oro de la biblia: no hagas lo que no te gusta

Cuando nos sintamos parte de este patrón de conductas promovidas por los deseos de la carne, pidamos auxilio a Dios y al Espíritu Santo, imploremos a ellos y anhelemos su intervención en nuestras vidas, dejemos que sea la sagrada y radiante luz del Espíritu Santo quien los permita ver entre la niebla y sea nuestro abogado defensor ante los pecados cometidos.

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Recordemos que Dios nos garantiza el perdón, él es un Dios bueno y lleno de misericordia, debemos arrepentirnos de todo corazón de aquellas obras de la carne cometidas y seguramente Dios nos recibirá como un Padre que ha extrañado la ausencia de su hijo.

Para el Padre de Jesucristo, es doloroso vernos en constante pecado y desunión a él, no es fácil para un Padre ser rechazado y despreciado por sus hijos; por esto, debemos estar arrepentidos de darle la espalda a un Dios tan bondadoso y misericordioso como él.

La biblia nos invita a examinarnos interiormente constantemente y a reflexionar sobre los actos que hemos cometido antes, nos invita a evaluar nuestra fe descubrir si estamos o no en gracia con Dios todopoderoso, Dios está presente en cada lugar ¿por qué no permitir la entrada de Dios en nuestros corazones? Nosotros como sus hijos, somos propensos a cometer pecados, pero no podemos permitirnos estar cómodos con eso.

Contra el Espíritu Santo, no hay ley que se imponga, él es más fuerte que cualquier deseo y que cualquier pecado, en el libro de Gálatas (capítulo 5 del versículo 22 al 23) dice que el espíritu de Dios es amor, paciencia, gozo, mansedumbre y bondad, contra estos actos divinos de Dios no hay ley que se oponga.

El reinado del Espíritu Santo sobre un fiel creyente de Dios, tiene como resultado nueve características que se conectan entre sí y que son escritas desde el ejemplo de la vida de Cristo en la tierra de los hombres, el objetivo de la intersección del Espíritu Santo en el corazón del hombre, es hacernos más como Jesucristo y menos vulnerables y propensos al pecado.

Características que nos brinda el Espíritu Santo (Gálatas 5: 22-26)

«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,

mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.

No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros»

Gálatas 5: 22-26

 

Se puede dividir en tres apartados para su mayor comprensión y entendimiento:

  • La primera se llama: Obras del hombre hacia Dios; esto se refiere a aquellos valores y actos de mayor importancia para relacionarnos con Dios, la lealtad, la fe y la devoción, esto implica ver tan prioritario ayudar al bienestar del prójimo como sentirnos bien nosotros mismos (empatía). Cualquier otra virtud otorgada por Dios, tendrá base principal el amor.

Dentro de esta categoría, otras características son la paz y el gozo; que brindan una verdadera y plena satisfacción de una buena y debida relación con Dios, esta vinculación, debe mantenerse aún en las circunstancias más difíciles de nuestras vidas, ante el hambre y la adversidad. Mientras que la paz es la calma y serenidad interior que nos brinda inminentemente la relación con Cristo e forma permanente, un hijo de Dios no debe caminar temeroso ni angustiado.

  • El segundo apartado lleva como nombre: La actitud del cristiano hacia el prójimo; paciencia, bondad y benignidad. La paciencia tiene dirección hacia el ánimo por alabar a Dios de forma permanente o prolongada en el tiempo, es la capacidad necesaria para tolerar aquellas ofensas de nuestros hermanos y serenarnos ante situaciones doloroso e irritantes, un buen cristiano que lleva a Dios en su corazón no actúa de forma desenfrenada y menos para herir a otros.

Mientras que la benignidad es aquella empatía auténtica hacia quienes nos rodean, es amabilidad y comprensión, es aprender a escuchar para ser escuchados y evitar juzgar a quienes pecan al igual que nosotros.

  • Y por último, la bondad brinda nobleza en nuestros hogares y almas, es el hecho de ver a los demás como nuestros iguales y no tener ansias de atentar contra nadie, por el contrario, es el anhelo de mejorar al mundo.

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