JUAN 20:22-23 Es un versículo que ha causado y sigue causando controversia, pero si quieres conocer su explicación, entra y aprende con nosotros sobre el mensaje que realmente se encuentra en este capítulo bíblico.

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JUAN 20:22-23: El descenso del Espíritu Santo
“Jesucristo sopló sobre sus discípulos y dijo; recibir el Espíritu Santo, a quienes ustedes logren perdonar de sus fallas y pecados, serán liberados de culpa y a quienes no perdonen las faltas, les quedarán los pecados sin perdonar”
El libro de Juan, específicamente el capítulo número 20, desde el versículo 22 al 23, ha causado a lo largo de la historia bastante controversia, muchos creyentes consideran ambiguo este sagrado texto y por lo tanto, las interpretaciones del mismo suelen variar; sin embargo, existe principalmente un par de análisis generales que los teólogos y devotos suelen asignarle al capítulo número 20 del escrito de San Juan:
La principal asociación encontrada en estas palabras, consiste en ratificar con severidad que el acontecimiento que se narra, consistió en el recibimiento del Espíritu Santo y la segunda hipótesis de interpretación, es aquella que brinda seguridad de que el posible recibimiento del Espíritu Santo, fue una primicia del enorme derramamiento de Pentecostés.
En pocas palabras, este acontecimiento fue simbólico, por lo tanto no recibieron exactamente al Espíritu Santo, ya que tal hecho posiblemente contradice otros escritos de la Sagrada Biblia.
En el libro de Juan, unos capítulos antes del capítulo 20 que nos encontramos analizando en el presente artículo, otro pasaje menciona lo siguiente:
“Yo, Jesucristo les estoy hablando desde mi corazón sincero; al pueblo le conviene que yo muera, de no ser así; el Espíritu Santo no vendría a consolarles; pero una vez que yo me vaya, él vendrá a ustedes porque yo lo enviaré” (Libro de San Juan, capítulo 16, versículo número 7).

Es importante señalar que según este texto, un requisito indispensable para el descenso a la tierra del Espíritu Santo era la muerte de Jesús al reino de los cielos a la derecha de Dios Padre Todopoderoso. Este argumento, da fundamento a la hipótesis que supone, no era posible que antes de la ascensión al cielo de Jesucristo, pudiese bajar el Espíritu Santo todavía.
Otra perspectiva, otro análisis
Desde otra perspectiva, podríamos tomar como afirmación que la principal función del Espíritu Santo era llevar consigo la salvación que había proporcionado Cristo al morir en la cruz por sus hermanos. El Espíritu Santo, es algo así como una recompensa a los hombres por las obras y es sacrificio de Jesús de Nazaret.
Cada recompensa, es entregada una vez que se haya cumplido un compromiso; por lo tanto, si la narrativa de Juan (capítulo 20) no resulta ser verosímil si partimos desde esta aclaratoria; si Jesucristo aún no había partido de la tierra, el Espíritu Santo todavía no había sido enviado a guiar a los hombres devotos.
Por lo tanto, se puede asumir que los discípulos de Jesús no recibieron realmente la sagrada llama del Espíritu Santo precisamente ese día que presume en el libro de Juan. El simbólico y emblemático evento de recibir la llama dorada, debió haber sido tiempo después, en Pentecostés, esto está escrito en el libro Hechos (capítulo número 1, versículo 8), donde dice lo siguiente:
“Ustedes los hombres, recibirán apoyo cuando caiga sobre sus cabezas el Espíritu Santo y me tendrán presente con ustedes mediante él”.
Este versículo bíblico, sigue siendo un sustento para declarar que en el libro de Juan capítulo 20, fue cuando descendió el Espíritu Santo sobre los discípulos. No es posible recibir dos veces el Espíritu Santo, decir eso, genera contradicción.

Todo esto nos hace preguntarnos: ¿realmente qué quería decir Jesús en aquellas palabras que registró San Juan 20:22-23?
¿Qué otras acepciones se tienen de Juan 20:22-23?
Mientras más pasa el tiempo, se abre lugar para mayor cantidad de interpretaciones para esta pregunta. Muchas de las respuestas apoyan que fue un hecho el recibimiento del Espíritu Santo cuando Juan lo menciona, muchas otras teorías aclaran que no fue así, con sustento en los argumentos que ya vimos anteriormente.
Este hecho que declara Juan, sí fue un recibimiento real del Espíritu de Dios ante los discípulos. Sin embargo, como cualquier sistema de creencias, tuvo argumento en contra por otras creyentes opositores ante ese hecho, así narrado. Resulta, que ese bando de opositores, estaba compuesto por alguno de los mejores pensadores y filósofos del cristianismo constantinopolitano como, San Agustín. Dicho personaje, planteó lo siguiente:
El soplo de la boca de Jesucristo, no fue precisamente el derramamiento de sustancia del Espíritu Santo, esto se trató de una demostración a sus discípulos de que la llama de luz sagrada, no solo es parte del Padre Dios creador, sino también tiene origen del hijo Jesucristo y por lo tanto, los tres (Padre, hijo y Espíritu Santo) se encuentran interconectados, la presencia de uno, garantizará la presencia de la Santísima Trinidad.
Algunos filósofos, creyentes y teólogos afirman que este aliento generado por Jesús, no les dio a los discípulos el Espíritu Santo, sino que los hizo prepararse para el recibimiento correcto del mismo. Recodemos que, cuando el discípulo Daniel divisó un ángel, el pobre hombre se desmayó de la sorpresa celestial. Por motivos como este, los discípulos debían estar advertidos de lo potente que sería el evento de recibir al Espíritu Santo.

Por lo tanto, Jesucristo se encargó de prepararlos para dicho recibimiento, dándoles un ejemplo en aquella oportunidad anterior al Pentecostés.
Desde entonces, los discípulos recibieron el poder de la gracia divina, esta no consistía en poderes extravagantes y sobrenaturales, tenía sustento en permitirles a los hombres perdonar los pecados de quienes les ofenden al Padre Celestial.
Jesucristo y el Espíritu Santo
Recordemos aquellas poderosas e importantes palabras de Jesucristo:
“Aquel que logre perdonar los pecados de quienes les ofenden, también tendrán perdón de sus propios pecados ante los ojos de Dios Padre”.
Podemos asumir entonces, que Jesucristo estaba aproximando a sus discípulos, los estaba disponiendo, condicionando, preparando, advirtiéndoles sobre la necesidad e importancia de recibir al Espíritu Santo una vez que él partiera de la vida terrenal, para así lograr finalizar su misión.
Es en Hechos ( capítulo 2, versículo 4) cuando se da certeza de que fueron bañados los discípulos de Jesucristo con el Espíritu Santo cuando ya él no se encontraba en la tierra, cumpliendo con la promesa de brindar apoyo a sus fieles creyentes mediante la sabiduría del Espíritu de Dios.
Para resumir, el evento que narró San Juan en 20:22-23 fue un acontecimiento simbólico y fue el preámbulo del verdadero recibimiento de la luz del Espíritu Santo, por varias razones:
El verdadero recibimiento del Espíritu Santo, surgió el día de Pentecostés, tal cual en las santas escrituras se declara en el libro de Hechos (capítulo 1, versículo 8).

Asumir que se recibió el Espíritu Santo antes de Pentecostés, es atreverse a decir que Juan y que Jesucristo han contradicho ambos acontecimientos ¿Lo recibieron en dos oportunidades?, recordemos que el requisito indispensable para el descenso del Espíritu de Dios, era la muerte en la cruz del unigénito, no era posible tal manifestación sin ese hecho condicionante.
La llegada del Espíritu Santo, era una recompensa por la partida de Jesucristo al cielo, parar recibir tal apoyo, antes debía morir Jesús.
Una segunda interpretación sobre el pasaje de Juan 20-22-23
La segunda interpretación de aquello escrito por San Juan en 20:22-23 también podría ser válida, asumiendo que los discípulos sí recibieron el Espíritu Santo, pero mediante una forma diferente al día de Pentecostés.
La llegada del Espíritu Santo, marcó un hito significativo ante a aquellos eventos que se presentaron antes del Pentecostés y posteriores a ese día. En las Santas Escrituras, se señala que la incorporación del Espíritu Santo es definitivamente permanente en los creyentes verdaderos. Cuando un devoto, deja su corazón abierto a Dios para buscar salvación, el Espíritu Santo lleva a habitar y llenar el alma de ese hombre. San Pablo, ha nombrado a esa permanencia del Espíritu de Dios en el hombre como:
“La garantía de nuestra herencia” (escrito en el libro de Efesios, capitulo número 1, versículo 13 y 14).
Esto tiene disonancia con el Antiguo Testamento, donde se explica que la estadía del Espíritu Santo, sería temporal y selectiva.
A lo largo del Antiguo Testamento, hay narrativas del descenso del Espíritu Santo sobre selectas personas para apoyarlos en tareas muy específicas, entre estas personas estaban Josué (capítulo 27, versículo numero 18), Samuel (capítulo 10, versículo 10), también, el Espíritu Santo descendió sobre varios de aquellos Jueces, mediante el mandato directo de Dios, con la finalidad de lograr la liberación de los opresores que gobernaban las tierras de Israel.

Por lo tanto, aquel acontecimiento del que venimos hablando que narra Juan (Capítulo 20, versículo 21) se puede considerar un descenso circunstancial y temporal del Espíritu de Dios sobre los discípulos de Jesucristo y no aquel descenso e incorporación permanente que se evidenció en Pentecostés.
De ser así, no queda visible la evidencia de que la misión encomendada en Juan 20:22-23 hubiese tenido cabida, hasta después del emblemático día de Pentecostés; por lo tanto, esta segunda interpretación, tiene fallas argumentativas y carece de bases.
Palabras finales
Nosotros como cristianos, debemos tener presente cada día que Dios sacrificó a su unigénito Jesucristo por la salvación de nuestros pecados y que Jesús, lleno de bondad envió al Espíritu Santo al servicio del hombre para orientarlo ante la adversidad y las decisiones difíciles.
No deshonremos al Padre Creador, demos gracias por el don del entendimiento que nos brinda el Espíritu Santo y pidámosle a Él que nos llene de su luz y su tolerancia. El Espíritu de Dios está adherido a nosotros, siempre está junto al creyente que es honesto y leal; sin embargo, debemos buscar de Él.
Pidamos su ayuda con fe y devoción y de esta manera, nos sentiremos libres e iluminados en las tinieblas como se sintieron los apóstoles de Jesucristo.
Como todo Padre, Dios hizo un sacrificio importante por brindarnos esta herencia del Espíritu Santo, al ser un obsequio de nuestro sagrado y bondadoso Padre, debemos apreciarlo como el gran tesoro que es, y sobre todo agradecer su presencia en nuestros corazones.
Hasta nuestro artículo edificante sobre este maravilloso pasaje bíblico. Si te ha resultado de utilidad la información que haz encontrado aquí, te invitamos a revisar también: Significado Bíblico de Envidia.
Además, te dejaremos un vídeo sobre este pasaje bíblico, igualmente puedes consultarlo en tu biblia personal si gustas.
Qué pena que se formulen hipótesis, suposiciones y puntos de vista de la Biblia. Con razón hay miles de sectas o iglesias pues cada una cree cosas diferentes, doctrinas diferentes. Jesucristo formó una sola Iglesia. y a través del tiempo ha permanecido y el infierno no la va a destruir.