El verdadero amor echa fuera el temor

No permitas que tu vida esté basada en el miedo, entra en este post, y descubre cómo el verdadero amor echa fuera el temor y la incertidumbre.

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El verdadero amor echa fuera el temor en la biblia

Nosotros como creyentes de Cristo, no debemos temer al confesar nuestros pecados ante Dios, todo lo opuesto, este momento de intimidad con el creador es algo que debemos espera sin angustia.

Tiene total validez que un hijo de Dios que esté sumergido en la vanidad y el pecado, sienta temblar su cuerpo al rendir cuentas ante el creador universal; bien se sabe que aquellos que no permiten la entrada de Jesús a sus corazones y no se arrepienten de sus malas acciones, será exiliado de la vida eterna y por el contrario será desterrado al infierno por la eternidad.

Es aquí, donde encontramos el principal fundamento para amar a Dios sobre todas las cosas y además, es uno de los grandes motivos para no alejar nunca a Dios de nuestros corazones. Solo en él la paz y la gloria encontraremos y siguiendo sus mandatos haremos el bien hacía nuestros hermanos y por lo tanto agradaremos a nuestro perfectísimo Dios.

En el libro de Juan; capítulo 3, versículo del 17 al 18:

“Dios no permitió la muerte de su hijo en vano, no lo envió a condenar al hombre, al contrario envió a su hijo amado a salvar al mundo, por lo tanto, quien cree en el unigénito hijo de Dios no será condenado”

Por el contrario vivirá aquí en la tierra dichoso por permitir habitar a Cristo en su hogar. Abrir las puertas a Jesús y su palabra, es permitir que Dios habite nuestros hogares y lo colme de bendiciones. Esto solo es posible si se busca de Dios con el corazón y si las intenciones para conocer sobre él son sinceras. Dios no desampara a los cristianos que buscan de su refugio, pues el hombre es la creación más preciada del Padre celestial.

Si nuestro estandarte es la palabra de Dios, no hay nada que temer ante este mundo, solo Dios es la verdad que debemos buscar y ofrecer a él nuestra lealtad y humildad. Otro artículo que te puede interesar: Características de Timoteo.

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El verdadero amor echa fuera el temor y nos une a Dios

En el capítulo número 4 de Juan, desde el versículo 16 hasta el 21, este apóstol nos deja un mensaje lleno de fe y amor en cristo.

En el amor que brinda el Padre a sus hijos no hay temor, sin embargo, el verdadero amor echa fuera el temor. Nosotros los cristianos amamos a Dios porque él nos ofreció su amor y bondad primero; aquel que teme, no vive el verdadero amor de benevolencia y paz. Juan, hace mención de unas palabras muy bonitas:

“El que vive rodeado de amor, es parte de Dios y Dios es parte de aquel que lo recibe, Dios es amor puro”.

Debemos creer en el amor que Dios tiene para nosotros, de esta manera podemos servir a él sin prejuicios ni desconfianza. El apóstol Juan, nos deja un cuestionamiento interesante y muy valioso: ¿Cómo se puede amar a Dios Padre todo poderoso, si no se ha visto? Por eso tiene cabida aquel mandamiento de amar a nuestros hermanos los hombres.

Mediante el amor y las buenas intenciones hacia nuestros hermanos, es como podemos demostrarle a Dios que realmente le somos obedientes y que lo amamos con nuestros devotos corazones. Amar a Dios implica amar su creación también y ser estandarte de aquel amor que Jesús profesó.

Es así, como el verdadero amor echa fuera el temor, si Dios ha dispuesto sobre la tierra un tiempo finito para servirle, no debemos temer a la muerte ni a lo que acontecerá luego, debemos entender que la muerte es un acompañante más de la vida misma.

Aquellos hijos de Dios que de verdad lo aman, no temerán encontrarse frente a él después de la vida terrenal, por el contrario sentirán dicha por unirse con el Padre y vivir eternamente bajo su gloria, allá en aquél paraíso donde no habita maldad alguna.

En la biblia queda explícito que en el amor verdadero no hay espacio para el temor, porque la perfección del amor de Dios limpia todo miedo. Solo debe sentir miedo aquel que sabe será castigado, por eso, estemos con la conciencia limpia cada día porque no tenemos certeza del día ni la hora de nuestro encuentro con Dios.

Aquel cristiano que blasfeme que ama a Dios pero guarda rencor y odio a otro cristiano, es un falso y mentiroso, no cumple con el mandamiento de amar al prójimo y no ama a aquello que puede ver y palpar, difícilmente será capaz de amar a Dios que es omnipresente pero no le podemos ver.

Es importante saber que el temor le pertenece a Satanás, pues él espera que nosotros los cristianos alejemos a Dios de nuestro corazón para él entrar en nosotros y llenarnos de miedo. Es totalmente válido pensar que no iremos al reino de los cielos por haber cometido malas acciones en la tierra, sin embargo Dios nos brinda una maravillosa esperanza; el perdón de nuestros pecados, solo un padre que ama a sus hijos de verdad, logra perdonar sus ofensas.

Cuando sintamos temor, por haber pecado, no nos permitamos alejar a Dios de nuestros corazones, todo lo opuesto, recordemos que el Padre celestial es misericordioso y que en él encontraremos perdón siempre y cuando nos arrepintamos de corazón. Pues Dios sabe que somos propensos a pecar y él tiene consideración con aquellos que obran en su nombre.

Muchas veces podemos creer que estamos actuando de la forma como Dios lo espera, y sentirnos buenos cristianos por pensar que evitamos el pecado. Debemos recordar que el pecado está adherido a nosotros, aquél pecado original; podemos intentar hacer todo de la forma más correcta y exacta posible pero al reposar nuestras cabezas sobre la almohada antes de dormir, seguimos siendo pecadores.

Y es ahí, en ese momento de calma en nuestro cuerpo, donde debemos aprovechar para dialogar íntimamente con Dios y pedir perdón por nuestros pecados, sin ser vanidosos respecto a una presunta perfección, cada noche debemos reconocernos ante Dios pecadores y cada mañana prometer a Dios obrar y pensar para su agrado.

Para poder redimirnos ante Dios, es fundamental que logremos hacernos consciente de nuestras limitaciones, y tener presente que no todo depende de nosotros, sobre todo eso de ser buenos o malos. No hay algo más que podamos hacer hasta cierto punto, más que buscar de Dios y de su misericordia.

Cada día tengamos presente la buena noticia que el evangelio de Dios nos ha regalado: cuando Jesús, que era libre de pecados, se permitió morir en la cruz para liberarnos de un pecado que nosotros mismos no podíamos librar, pagó el precio del pecado del hombre; nos liberó y nos dio una nueva oportunidad de recomenzar en paz, amor y gloria.

Es importante saber que en el verdadero amor echa fuera el temor en la versión de Reina Valera 1960, nosotros los cristianos vivimos en este mundo terrenal así como Jesús vivió en Jerusalén hace tanto tiempo.

Cuando nosotros los cristianos logramos ver nuestro recorrido por la tierra desde la perspectiva de la carne, es donde se logra comprender por qué somos vulnerables al desconcierto y desánimo.

Pero es aquí donde llegan otra vez las buenas nuevas de la palabra de Dios; Cuando dejamos que Jesucristo entre en nuestras vidas y en nuestros corazones, las cosas que antes hayan pasado, ahí se quedan, en el ayer. Cuando buscamos de cristo y lo hacemos parte de nuestro día a día, tenemos una segunda oportunidad de redimirnos y Dios valora tanto eso que nos ve con otros ojos, con ojos de perdón y misericordia.

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