Dios mío ayúdame estoy desesperada y muy afligida

Si estás pasando por un tiempo de angustia, que hace que exclames de lo más profundo de tu ser: Dios mío ayúdame estoy desesperada. Pues, en este artículo te daremos unos versículos bíblicos que te ayudarán en tu aflicción y retomar nuevamente la esperanza.

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En tiempo de: Dios mío ayúdame estoy desesperada

Cuando nos encontramos en un tiempo de aflicción es donde con mayor razón debemos confiar en el Señor, e ir a Él para exclamar desde lo más profundo de nuestro ser: ¡Dios mío ayúdame estoy desesperada/o! A Dios le agrada que seamos dependientes de Él, porque como nos enseña Pablo de su experiencia con Cristo:

2 Corintios 12:9 (RVR 1960): Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

Dios a través de su Espíritu Santo nos fortalece y multiplica las fuerzas a aquel que ya no tiene ninguna:

Isaías 40:29 (PDT): Él da fuerzas al cansado y poder al indefenso.

Por eso es que Dios espera que nuestra propia fuerza se agote, para respondernos y decirnos: “Hijo mío, cuando no tienes fuerzas y te rindes clamando a mí, yo estaré siempre para ayudarte”.

No debemos entonces pretender luchar y salir a flote con nuestras propias fuerzas de los problemas, sea cual sea. Porque de esa manera estaríamos actuando con el carácter equivocado, sin una dependencia de Dios y en desesperanza.

Cuando estemos desesperados busquemos a Dios

El caer en desesperación ante un problema o aflicción, puede ser una señal de que nuestra comunicación con Dios haya estado mermando poco a poco sin percatarnos. Hemos podido desvelar en nuestra intimidad con Dios y haber quitado la mirada en Cristo Jesús, autor y consumador de la fe, porque como está escrito en:

2 Corintios 4:8-10 (DHH): 8 Así, aunque llenos de problemas, no estamos sin salida; tenemos preocupaciones, pero no nos desesperamos. 9 Nos persiguen, pero no estamos abandonados; nos derriban, pero no nos destruyen. 10 Dondequiera que vamos, llevamos siempre en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se muestre en nosotros.

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¿Cómo buscar a Dios en la desesperación?

La mejor manera de retomar la comunión e intimidad con Dios es volver a enfocar nuestra mirada en Cristo. ¿Cómo?, buscando tiempo para estar en su presencia, para adorarlo y alabarlo, así como dedicar un tiempo para comer y beber de la palabra de Dios.

Mientras más busquemos estar en la vida del espíritu, menos la carne tendrá poder en nosotros. La carne es la que alimenta la sensación de desesperanza o desesperación en nosotros.

Necesitamos retomar los momentos de oración para orar a Dios, pidiendo:

  • Señor transforma mi tristeza en alegría, mi llanto en risa, mi luto revístelo de fiesta.
  • Levántame, ¡Oh Dios! Infunde en mi aliento de vida.
  • Dios enséñame a buscarte y amarte conforme a un corazón como el tuyo.
  • Señor necesito poner mi corazón donde tú quieres que lo ponga, en el centro de tu voluntad, solo así estaré segura/o.
  • ¡Jesucristo ayúdame! Dame un corazón como el tuyo.

Si oras de corazón al Padre, podrás sentir como al expresar tus palabras a Él se contrita todo tu espíritu. Y lloras, no de tristeza, sino que te invade el gozo de estar en la presencia de Dios.

Necesitamos estar conscientes del gran amor de Dios

Para estar conscientes del gran amor que Dios tiene por nosotros, la mejor forma es conociéndole. Si llegamos a conocer a Dios con profundidad lo podremos amar de la forma que Él nos lo demanda:

Marcos 12:29-30 (DHH): 29 Jesús le contestó: -El primer mandamiento de todos es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. 30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas-.

No se puede amar a lo que no se conoce, igualmente sucede con el señor. Si deseas conocer al Señor es necesario saber o recordar de su inmenso y gran amor por la humanidad:

Juan 3:16 (DHH): -Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.

Humanamente no se puede comprender la magnitud del amor de Dios, solo se puede entender desde la vida en el espíritu, a través de Cristo en Nosotros. Entonces si de verdad quieres conocer a Dios, búscalo dentro de ti yendo a los pies de Cristo Jesús. Abriendo tu corazón y permitir que su Espíritu Santo te invada y te llene por completo, ¡Amén!

Deja de buscar la solución a los problemas con tus fuerzas, buscarla en el hombre o en las cosas terrenales del mundo y ve al encuentro con el Señor. Muchas veces Dios nos habla de muchas maneras, aun en el silencio el Señor nos habla, pero estamos tan enfocados en las cosas del mundo, que no logramos escucharlo.

Para salir de toda desesperanza, es necesario regresar al primer amor, que es el amor de Dios. Enfocar nuestra mirada en Jesús, confiando en Él y entregándole todo el control:

Hebreos 12:2a (DHH): Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona.

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Dios mío ayúdame estoy desesperada, Él te dice: Mira la cruz

En una oportunidad durante el éxodo del pueblo de Israel por el desierto, desde Egipto hasta la tierra prometida. Dios castiga a su pueblo con serpientes por su queja y desobediencia, ante esto, el pueblo de Israel se arrepiente y suplica a Moisés interceda por ellos ante el Señor:

Números 21:8-9 (TLA): 8 y Dios le contestó: -Haz una serpiente de bronce y ponla en un asta. Si alguna serpiente los muerde, diles que miren a la serpiente de bronce y sanarán-. 9 Y así sucedió. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Y cuando alguna serpiente mordía a alguien, esa persona miraba a la serpiente de bronce y así no le pasaba nada.

En el pasaje de Números 21: 4-9 la Biblia nos relata cuatro procesos que ilustran la doctrina cristiana, a saber: Pecado (queja, idolatría, desobediencia), castigo (las serpientes), conversión (el arrepentimiento), salvación (Cristo).

Esto nos enseña que no debemos quitar la mirada de Jesús, Cristo era la serpiente levantada en el desierto, solo Él tiene el poder para salvar y sanar. Si estás desesperada/o, Dios te dice: ¡Mira la cruz! Busca que el habite en tu corazón, camina su camino, búscalo en su palabra.

Si te sientes abatida/o, mira la cruz y detenidamente reflexiona en lo que allí fue consumado por Cristo, para bendición nuestra. Esta es una invitación a que retomes el camino y si aún no lo has caminado, vayas a su encuentro.

En la desesperación corre a su encuentro y siente los brazos amorosos del Padre que te envuelven para cuidarte y protegerte para siempre.

Dile a Dios cómo te sientes

Habla con Dios y dile cómo te sientes, entrega todo el control a Él, deja de batallar con tus propias fuerzas, ¡Ríndete! En tu problema tienes una visión limitada, pero si tienes fe, confiarás que Dios ve el panorama completo, solo Él puede tener la perspectiva perfecta de lo que sucede y vendrá en tu auxilio.

En tu perspectiva finita puedes pensar que, lo que te está sucediendo no tiene sentido, pero Dios sí sabe cuál es. Si existe dolor, Él consuela, si existe desesperanza, el Señor nos da esperanza contra esperanza, como le sucedió a Abraham:

Romanos 4:18 (BLPH): Esperando incluso cuando parecía cerrado el camino a la esperanza, creyó Abrahán que llegaría a convertirse en padre de muchos pueblos, según lo que Dios le había prometido: Así será tu descendencia.

Si aún no conoces todo lo que Dios ha prometido a sus hijos, te recomendamos entrar en el artículo: ¿Cuáles son las 3573 promesas de la Biblia y quién las hizo? Todas estas promesas son para aquellas personas que está dispuestas a creerlas, vivirlas y a obedecer lo que ya Dios dijo.

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Dios mío ayúdame estoy desesperada: Proclama su palabra

En la Biblia encontramos varios versículos que nos muestran que en momento de desesperación lo mejor es buscar la ayuda de Dios. Por eso te traemos a continuación una selección de ellos, para que en tiempo de angustia proclames su palabra para sentir el amparo y la ayuda de Dios:

-Me acerco a ti Jesús, me postro de rodilla delante de ti y te suplico: – ¡Dios mío, ayúdame estoy desesperada! (Mateo 15:25).

-Señor muchas veces el maligno quiere atacarnos, pero conforme a tu palabra te suplico: Por favor, haz algo para ayudarnos. ¡Ten compasión de nosotros! (Marcos 9:22).

– Señor esta bendición diste para tu iglesia cuando dijiste: -Nuestro Dios oirá tus oraciones, te hará vencer a tus enemigos, y permitirá que te reúnas con el resto de su pueblo-, (Deuteronomio 33:7).

Todos nosotros en alguna ocasión hemos lidiado con una enfermedad o tal vez algún familiar a padecido o a estado delicado de salud. Pudiéndonos encontrar en una situación de exclamar: ¡Oh Dios mío, ayúdame, estoy desesperada!

Por lo que te invitamos a entrar aquí y proclamar estos Salmos para la salud del cuerpo y el espíritu. Porque en esos momentos necesitamos recurrir a la fe que tenemos puesta en Dios, en que Él nos dará sanidad.

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Proclama Salmos

Los salmistas en la Biblia, nos dan ejemplo de su actuar en la desesperación y la tribulación. Así que levanta tus manos, alababa a Dios y proclama los salmos:

-Ayúdame, oh Señor y Dios mío; sálvame conforme a tu misericordia, (Salmos 109:26).

– ¡Levántate Señor! Sé mi ayuda, y redímeme por el gran amor de tu misericordia, (Salmos 44:26).

-Defiéndeme, Señor, de los que me atacan; ven y combate a los que me atacan. Prepárate para la lucha, y acude en mi ayuda (Salmos 35:1-2).

-Señor, aunque no he hecho nada malo, se apresuran a atacarme. ¡Despiértate ya! ¡Dios mío, ven a ayudarme! ¡Mira cómo me encuentro desesperada! (Salmos 59:4).

– Mi Señor y Dios, ¡escúchame y ten compasión de mí! ¡No me niegues tu ayuda! (Salmos 30:10).

– Señor, mi Dios está listo para ayudarme, pues yo he decidido seguir tus mandamientos, (Salmos 119:173).

-Sí, ¡Oh Señor!, ayúdame a salir de esto, porque de nada vale la ayuda del hombre, (Salmos 60:11).

-Dios y Salvador mío, ¡ven pronto en mi ayuda! (Salmos 38:22).

-Por favor, Señor, ¡rescátame! Ven pronto, Señor, y ayúdame, (Salmos 40:13).

– ¡Dios mío, apresúrate a rescatarme! SEÑOR, ven pronto a ayudarme, (Salmos 70:1).

-A mí, que estoy desesperada y afligida, Dios mío, ¡ven pronto a ayudarme! Tú eres quien me ayuda y me liberas; ¡no te tardes, Señor! Salmos 70:5.

-Dios mío, ¡no me dejes sola en la desesperación! ¡Ven pronto en mi ayuda! (Salmos 71:12).

-Señor, no me dejes solo; tú eres mi fortaleza. ¡Ven pronto a ayudarme! (Salmos 22:19).

-Déjame vivir para que pueda alabarte, que tu palabra me ayude y sustente (Salmos 119:175).

Para finalizar proclamamos la palabra de Dios con esta bendición de los salmos, para ti:

Salmos 20:2 (LBLA): Que Dios desde el santuario te envíe ayuda, y desde Sion te sostenga.

¡Amén!

Ahora puedes entrar aquí: Jehová es mi Pastor y nada me faltará, y reflexiona sobre este verso del Salmo 23.

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