La comunicación con otras personas, aunque no lo parece, es un proceso complejo. Si no utilizamos las palabras adecuadas o un tono adecuado, puede entenderse mal lo que queremos decir. No obstante, con Dios esto no es un problema. Dios conoce tu corazón y aquí de explicamos cómo es esto posible.
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Dios conoce el corazón de todos
Cuando hablamos con otras personas, es probable que no sean capaces de comprender algo que les queremos decir. Esto puede deberse a muchos factores, como las palabras, su orden, el tono, incluso en ocasiones el idioma. Hay veces que todo está bien, pero lo que falla es el orden de las palabras o lo que significan. Por esto, a veces no podemos decir lo que a veces pensamos.
Otra cuestión que se da en la vida cotidiana es que algunos no dicen lo que realmente piensan. Es decir, es probable que seamos engañados y no logremos darnos cuenta de las intenciones de alguien más. Esto es algo que nos ocurre a los humanos, pero no a Dios, pues Dios conoce tu corazón y pensamientos.
De hecho, esto se asegura en la Biblia. Aquí citamos el texto:
Hechos 1:24: «Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido».
La oración mostrada fue la que Pedro elevó a Dios con el propósito de escoger al nuevo apóstol, quién sería el reemplazo de Judas Iscariote. Con esta oración, Pedro da a entender que Dios conoce el corazón de todos. Esto quiere decir, que solo Dios conoce tu corazón y, por lo tanto, tus pensamientos. Aunque solo pienses y no pronuncies palabra, Dios sabe aquello que estás pensando en todo momento y tus intenciones.
Esto es algo que el hombre no puede hacer y existe un riesgo inherente a la comunicación, por lo que mencionamos sobre las palabras, pues sucede que, a veces, estas no reflejan el verdadero mensaje.
Dios siempre sabe quién peca y quién no. Si bien todos pecamos, sabe quién es puro de corazón y hace su voluntad, son estas personas quienes reciben su gracia y asistencia.
Versículos que mencionan que Dios conoce nuestros corazones
Ya queda claro que Dios conoce el corazón y los pensamientos de todos. Esto lo dice también la Biblia, no solo Hechos 1:24, sino también en otros textos que vamos a citar a continuación:
1ra de Samuel 16:7: «Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón».
Deuteronomio 8:1-6: «Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años. Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole».
En el primer versículo que mostramos, queda reflejado que Dios mira nuestro corazón. Por ello le dice a Samuel que no importa cuán alto sea un hombre, no importa su físico, porque él no mirará eso, mirará directo a su corazón.
¿Por qué Dios haría vagar a su pueblo en el desierto?
Esto lo vemos en Deuteronomio 8:2, pero citamos los demás versículos arriba para poder dar contexto. Dios prometió a todos los hombres que la tierra sería suya, pero para ello tendrían que hacer su voluntad. Al someter a su pueblo a vagar por el desierto, lo que quiso hacer fue enseñar a su pueblo que está en la naturaleza del hombre tener un corazón malo. Quería que se dieran cuenta de ello.
Para lograr tal fin, Dios entonces hizo vagar a su pueblo en el desierto. Le hizo pasar hambre allí. Luego, para que se dieran cuenta de la provisión de Dios, les sustentó con maná, que es un alimento proveniente del Reino de los cielos. También, por razones obvias, en un desierto no hay forma de comprar ropa, entonces Dios hizo que su ropa nunca se gastara y que sus zapatos tampoco lo hicieran. Fueron 40 años en esta condición.
Dios con esto le enseñó a su pueblo a confiar en él, a creer en él, que con su apoyo nunca les faltaría nada pues siempre estarían protegidos por él. Además, con esto pudo averiguar lo que había en su corazón, por ello se dice que el corazón del hombre es pecaminoso por naturaleza. Hizo que su pueblo fuera consciente de esto.
Dios sabe todo
Como decimos, Dios todo lo sabe y todo lo puede. Lo que pudimos observar de esta historia sobre su pueblo, que vagó por 40 años en el desierto, es que las pruebas a las que Dios nos somete para darnos lecciones suelen ser duras.
Esto aplica también para nosotros en la actualidad. Dios no solo está interesado en saber qué hay en nuestro corazón, pues puede saberlo con facilidad. Lo que está en su interés, es hacer que nos demos cuenta de lo que hay en nuestros corazones, porque muchas veces lo desconocemos.
Lamentablemente, estas pruebas suelen ser dolorosas, involucran cierto sufrimiento hasta que aprendemos. Sin embargo, como dicen, Dios no nos pone pruebas imposibles, pues sabe de qué somos capaces y lo que podemos soportar. Teme a Dios, él conoce tu corazón. Si gustas de leer algo más, te invitamos a leer sobre Jehovah Jireh.